jueves, 9 de octubre de 2014

Oraciones


ORAR, PENSAR EN DIOS Y SENTIR A DIOS COMO A UN AMIGO

Por Alfredo Guzmán





“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col. 4:2)
Hay muchas orientaciones prácticas que nos dicen que es orar y como debemos estar para orar, algunos recomiendan disciplinas, otros muchos conocimientos sobre la fe, también se dice que hay que estar esperanzados, se recomienda estar llenos de ilusión, tranquilos, compenetrados, en fin se dan todo tipo de recomendaciones.
Sin embargo, sabiendo que orar es hablar con Dios, y que para hablar con El no hay que pedirle hora o una cita especial, esto es,  que lo podemos hacer en cualquier instante y donde estemos, hagamos siempre de este diálogo algo sencillo. Muchas veces, no sabemos que o como orar, porque no nos damos cuenta que hablar con Dios es como hablar con nuestro papa, del mismo modo como lo puede hacer cualquier hijo. Entonces orar es darle a conocer a Dios nuestras preocupaciones, contarle las cosa buenas que hemos decidido hacer y pedirle todo lo que sea necesario para caminar hacia la santidad. Por todas esas cosas, también orar es alabar al Señor, agradeciendo todo lo bueno que es con nosotros.
Algunas veces queremos rezar y nos ponemos a pensar que le digo al Señor. Y buscamos palabras bonitas. Sin embargo, orar no es solamente pensar cosas buenas respecto a Dios, de Cristo o de la Santísima Virgen, orar, es mucho más que sentimientos de caridad, va mas allá de sentirse piadoso, tampoco es decir muchas palabras lindas. Rezar es darse cuenta de la presencia de Dios en nosotros, por tanto es entregarnos a El, abrirnos a El, sentir en el corazón que le pertenecemos, es darse cuenta que El nos quiere solo para El.
Por eso, al rezar, no solo debemos dejar que actúe nuestra mente, también debemos permitirnos orar con el corazón, por que la oración es sentimiento. La oración también es vivencia de Dios, de contacto con El y permanecer en El.
La oración es experiencia en emocionarse y transformarse con Dios. Es así, como cuando nos dispongamos a rezar, no pensemos tanto que es lo que le debemos decir, por que hacer mucho razonamiento  no nos va ayudar a transformarnos, porque son las emociones  y las huellas de Dios, las que en nosotros producen el cambio. Orar no es descubrir cerebralmente una exactitud teológica. Orar es vivir sencillamente la presencia de Dios y es un don precioso recibido gratuitamente que acogemos con humildad y con modestia.
Son nuestras vivencias las que nos hacen cambiar, es nuestra experiencia en Dios la que nos transforma, por eso cuando rezamos, sentimos que algo nos cambia, porque cuando hacemos oración estamos en relación con Dios, y todo lo bueno de Dios nos va contagiando y se va quedando en nosotros.
Al orar, entreguemos todo nuestro amor a Dios, así, será mucho mas fácil descubrir el rostro de Cristo presente en muchos de nuestros hermanos, porque la caridad por los hombres viene del amor a El. Si vivimos en conflicto con Dios, también vivimos en dificultades con nuestros hermanos, si vivimos en una afectuosa relación con Dios, también las vivimos con los hombres. La Beata carmelita Isabel de la Trinidad, nos recomienda: “vivir con Dios como con un amigo” y dice que: “así se halla nuestro cielo en la tierra, pues el cielo es Dios y Dios está en nuestra alma”, porque cuanto más cerca se vive de Dios más se ama. Las almas penetran en Dios mediante la fe viva, simplificadas y en paz.
Y hay más respuestas de santos testigos:
“La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Criador. (Sermón sobre la oración) SANTO CURA DE ARS
“La adoración es el acto por el que uno se dirige a Dios con ánimo de alabarle” ORÍGENES, (185 a 254) es considerado un Padre de la Iglesia, destacado por su erudición. (Trat. sobre la oración, 14).
 “La oración es el acto propio de la criatura racional” SANTO TOMÁS: (Suma Teológica, 2-2, q. 83, a. 10)
La oración es el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia: venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por tanto, no podemos menos de abandonarnos a El, nuestro Creador y Señor, con plena y total confianza [...]. La oración es, ante todo, un acto de inteligencia, un sentimiento de humildad y reconocimiento, una actitud de confianza y de abandono en Aquel que nos ha dado la vida por amor. La oración es un diálogo misterioso, pero real, con Dios, un diálogo de confianza y amor. (SS. JUAN PABLO II Aloc. 14-III-1979)


      EL ORAR, PARA ENCONTRARNOS CON DIOS, TRANSFORMARNOS Y SENTIR QUE DIOS NOS VA MOLDEANDO
“Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón. Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Ef. 5:19-20)
DIOS, QUE SE DA A SÍ MISMO. La oración es ante todo un don de Dios misericordioso que nos trata como a hijos, sin mérito alguno de nuestra parte, y nos da al tiempo el poder de escucharle y responderle como a Padre. La oración es lo que hace Dios con el hombre, y no al revés. No conviene perder de vista este hecho primordial. Poder orar es, para nosotros, una gracia increíble, un don inmenso.
LA PERSONA HUMANA, QUE RESPONDE. El don de Dios hace posible la respuesta del hombre. El hombre se siente hijo y no recibe los dones como siervo mudo, sino que acoge y agradece y actúa con iniciativa en el diálogo con Dios. La oración requiere empeño por parte del creyente, que se abre a Dios con todo su ser.
EL ENCUENTRO. Dios, que muestra su rostro y se desvela como apasionado buscador del hombre, y el orante, que también quiere descubrirle su rostro a Dios en verdad, se encuentran y se comunican. Surge así un encuentro en fe y amor, diálogo de amistad, trato familiar.
SER CONCIENTE DE QUE DIOS QUIERE ENTRAR EN COMUNIÓN CONTIGO.Dios nos llama a nuestra puerta, El quiere entablar amistad con nosotros, al orar les abrimos la puerta.
BUSCAR NUESTROS MOMENTOS PARA ESTAR CON EL. Es el instante en que sentimos como la oración es un encuentro con Dios en la verdad, la de él y la nuestra.
APRENDER ESTAR ANTE EL, CON EL, Y DE EL. Recordando, siempre que la oración es un don y lleva a la vida.
LA ORACIÓN ES LA LLAVE que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a Su acción de transformación en nosotros. Al orar, permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a Su Divina Voluntad. (cfr. CIC 2825-1827)
“La oración nos va descubriendo el misterio de la Voluntad de Dios.” (cfr. Ef.1,9).
LA ORACIÓN NOS VA TRANSFORMANDO, nos va moldeando,  creando nuestro ser a esa forma de ser y de pensar que Dios busca, nos va permitiendo crear en nosotros una inclinación natural de ser mas misericordiosos, nos va haciendo ver las cosas y los acontecimientos, como Dios los ve, por tanto, la oración nos va forjando nuestra vida a los planes que Dios tiene para nosotros. Dejémosle que haga en nuestra alma su trabajo de alfarero para ir moldeándola de acuerdo a su voluntad.
LA ORACIÓN, NOS PERMITE UNA RELACIÓN VIVA, PERSONAL, INTIMA CON DIOS, “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría” (Santa Teresa del Niño Jesús).
"LA ORACIÓN ES LA ELEVACIÓN DEL ALMA A DIOS, (San Juan Damasceno), donde con gran humildad reconocemos la necesidad de ella, “el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín),
LA ORACIÓN ES SED DE DIOS y El tiene sed de los hombres. "Si conocieras el don de Dios"(Jn 4, 10). La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El (San Agustín.
Y más testigos nos ayudan diciéndonos:  
“Cuando se ama, se desea hablar constantemente con el amado, o al menos contemplarlo incesantemente. En eso consiste la oración.” Beato Charles de Foucauld (Hermano Carlos De Jesús)
“El don de la oración está en manos del Salvador. Cuanto más té vacíes de ti mismo, es decir, de tu amor propio y de toda atadura carnal, entrando en la santa humildad, más lo comunicará Dios a tu corazón.” San Pío de Pieltrecina.-
“Con la oración conocemos nuestro puesto en presencia de Dios, quién es Dios y quiénes somos nosotros” San Maximiliano Kolbe
“Debemos amar la oración. La oración dilata el corazón hasta el punto de hacerlo capaz de contener el don que Dios nos hace de Sí mismo”.





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